"Bleu" es la primera película de la trilogía "Trois Couleurs" de Kieslowski, seguida por "Blanc" y "Rouge". Basada en los colores de la bandera francesa que representan la libertad, igualdad y fraternidad; el director polaco desarrolla su obra con el fin de analizar estos principios sobre los que se pretendió construir la nueva sociedad francesa después de la revolución. Es evidente que la complejidad del individuo y de la sociedad a gran escala se escapa a cualquier pretensión de este tipo. En las dos próximas entradas estableceré algunos puntos de unión entre estas maravillas del séptimo arte. Hoy me ocuparé de lo que aquí concierne, "Bleu".
Julie(Juliette Brinoche); Patrice, su marido; y la hija de ambos sufren un aparatoso accidente de coche. Los dos últimos pierden la vida en él. Una vez consciente de los echos, Julie no tiene valor para suicidarse en un intento de romper con su pasado. Cuando decide vender la casa donde ella y su esposo criaron a su hija; Olivier, un compositor y amigo de Patrice, se cruza en su camino.
Visualmente es una obra maestra, la más lograda de las trilogía a mi parecer. Las imágenes fluyen totalmente acompasadas con la narración de la historia gracias a las elipsis, momentos carentes de diálogos que nos llevan a interpretar toda la carga significativa de lo que vemos. Por otro lado, los tonos azules de la fotografía de Slawomir Idziak forman una simbología presente allá donde Julie va(y que me recuerda un poco a la complejidad del cine de Tarkovsky): Los reflejos del agua en la piscina, refugio acuático que Julie usa para intentar no percibir el exterior; las piedras de la lámpara de lágrimas, como único lazo material que le une a su vida anterior; las imágenes del televisor que obnubilan a su madre, representando así la deshumanización provocada por los continuos avances tecnológicos; las ecografías de la amante secreta de Patrice, las cuales desvelan un pasado desconocido hasta el momento... pasado que aviva la conmovedora música de Zbigniew Preisner, hilo conductor de la película ya que actúa como único nexo indivisible entre Julie y Patrice. Del elenco de actores solo mencionaré a la protagonista, Juliette Brinoche, paradigma perfecto de una persona que ha perdido lo que más quería y que, a pesar del dolor, es incapaz de mostrar sus emociones hasta el final de la película.
León de Oro en Venecia del 1993
4 comentarios:
Hola Lucas,
Dos años antes de aparecer "Azul" Kieslowski nos había dado muestras del potente cine que "se nos venía encima" con "La doble vida de Verónica", película de culto para muchos (entre los cuales me encuentro).
Hablabas de "Decálogo" y, tristemente, no he podido todavía hacerme con él pero está en mi lista de prioridades, claro está.
Sí he gozado de "El Azar" del 87 que, apuntando maneras, todavía no me emocionaba, no me llegaba como después Azul y Blanco (que es una excelente película) o Rojo que, solo por el papel "curioso" de Trintignant ya paga la pena.
Sí quiero matizar algunos conceptos que creo sen importantes:
El carácter de transcendentalidad está muy marcado en esta trilogía. El destino y los reencuetros, marcado por casualidades que son gtrandes causalidades nos hablan, también, de ese Dios tan polaco que comparte con Preisner, Gorecki, Penderecki y otros compositores católicos de renombrado curriculum.
Sí creo, también, que no debes pasar con una simple pincelada por la música de Preisner. Estoy de acuerdo, como dices: "actúa como único nexo indivisible", en toda la trilogía (no solo en Azul) pero, además, adquiere una importancia vital por la calidad "insuperable" de sus notas. Toda la emoción que Binoche contiene y encierra se desboca con la música del himno "Song for the Unification of Europe" y eso lo convierte en “marca” y distintivo de la película. Con una banda sonora así...no se puede pedir más !
Está claro que la música de Preisner merecería un post único y complejo... aun así, creo que tiene un peso específico suficiente como para otorgarle algo más de protagonismo. De hecho, la música es, más allá de un pretexto, una parte argumental más (la parte argumental nº1) del film.
Este fin de semana voy a revisar No amarás y No matarás y, creo que va a ser imposible librarme de esta sensación de "necesidad" y repetiré también una de las tres partes de la trilogía.
Los vacíos, las dudas, la memoria, las pequeñas cosas en lo humano, los tiempos muertos repletos de significado, el carácter aparentemente frío que llega de Polonia (y que se nos revelará novedoso en "Blanc") y ese uso del color del que hablas (tan bien) hace que Kieslowski sea, haya sido y y vaya a ser (por lo que de su obra ha quedado para siempre en bien de la humanidad) un tipo único y muy especial.
Grande Kislowski !
Espero con interés tus entradas acerca de Blanc y Rouge.
Un abrazo,
Enric
lukitas!!
cuánto tiempo hombre!!
pues genial que te cunda el blog. A mí también me cundirá el tuyo eh?? frikiiii
;)
Es una película extraña.
Soy un estudiante de Medicina de la Universidad de Chile y en psicología nos pidieron analizar esta película desde el punto de vista de la evolución del duelo en Julie. Quiero más que agradecerte, contarte para que sepas que tus comentarios, interpretaciones y tus habilidades para darle sentido a los elementos cinematográficos expuestos en el análisis de Azul nos fueron útiles para nuestro trabajo. En segundo lugar, agracerte de corazón la ayuda indirectament brindada. eso
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